lunes, 29 de octubre de 2012

CICLO DE CINE: AMÉRICA PROFUNDA

Cuatro maravillosas películas que se desarrollan en el sur de Estados Unidos. Hay más, desde luego. Pero todas estas huelen a polvo  y se percibe tranquilidad y sopor de los pueblos del Wild West. Tienen en común la juventud y la inocencia de los personajes,  la entrada dando bandazos en un mundo adulto. Huelen al asfalto ardiendo en  el que resuena un inglés con acento abotargado y hacen pensar en Fitzgerald,  Faulkner, Flannery O'Connor y en Carson MCullers, por supuesto.Personajes que no se sabe si van o vienen, que se dejan llevar por la inercia de la costumbre, historias de amour fou por encima de todo, que hará que acaben llevándolo todo siempre hasta último término. La locura de los veinte años, carreteras llanas,  los postes del teléfono, el tabaco; Texas, Coca- Cola, las matanzas, Bonny & Clyde, niños jugando en la calle, rifles y la señorita Escarlata; el hogar, la silla eléctrica,Thanksgiving day, Kansas.



MALAS TIERRAS (Terrence Malick, 1973)







 



 LA ÚLTIMA PELÍCULA (Peter Bogdanovich, 1971)



THE SADISTS (James Landis, 1963)












A SANGRE FRÍA (Richard Brooks, 1967)


(...) y se veía por encima de las cosas un resplandor que intentaba filtrarse en todo: en las cabañas de los negros, el automóvil, los refugios del corazón. El Sur cantaba para nosotros; me pregunto si ellos lo recuerdan. Yo lo recuerdo: las caras pálidas y frías, los ojos amorosos y soñolientos, y las voces.
                                                            La última belleza sureña. F. SCOTT FITZGERALD

domingo, 28 de octubre de 2012

UNA HISTORIA DEL DOLOR

 


Melanie Thernstrom rastrea las concepciones arraigadas al dolor desde un punto de vista personal, cultural, y biológico. Desde fragmentos de su propio Diario del dolor, pasando por las vías que van desde la médula al hipotálamo, hasta los cimientos de la concepción judeo-cristiana del dolor, que desembocan en la ensaltación del sufrimiento romántico como forma de fortalecer el epíritu. El dolor como prueba de fe, como rito de paso; la jerarquía del dolor y la forma en que se ha utilizado para sustentar ideologías. Pero también el dolor como algo intrínsecamente humano, funcional y de gran valor evolutivo, que permite  la aparición de la conciencia. 

En el límite extremo de la experiencia humana percibimos solo una especie de silencio.
                                                                                         M. THERNSTROM